Opinión

Copago farmacéutico: Ahora sí, ahora no. Error tras error

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma, en el que analizan los errores cometidos tras modificar el copago farmacéutico en 2012 y los que se pueden cometer ahora, que parece inmediata su derogación.

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma

https://diariofarma.com/wp-content/uploads/2015/05/Jesus-Vidart.jpg_fotoDesde hace ya mucho tiempo, el copago ha sido arma arrojadiza política entre unos y otros. Principalmente PP y PSOE, porque han sido los únicos con responsabilidades de gobierno a nivel central. Pero del copago del que se hablaba, ese que parecía el peor de los enemigos, era siempre el copago sanitario. Del euro (o cinco) por acudir a consulta médica, a urgencias, por prueba diagnóstica o por día de estancia en hospital.

En España, nada de eso se ha puesto en marcha, a pesar de lo que pudiera parecer al escuchar a nuestros políticos o leer los programas electorales de las pasadas elecciones del 20 de diciembre. Como sabe cualquiera que trabaje en este sector, el copago farmacéutico existe desde, podríamos decir, siempre. En concreto, desde 1967.

Este copago empezó siendo del 10% para todos los beneficiarios y se fue modificando a lo largo del tiempo, subiendo al 20%, luego 30% y hasta el 40%, excluyendo a los pensionistas, introduciendo la aportación reducida, etc. Pero está claro que muy pocos recuerdan la falta de copago farmacéutico. Eso no ha sido obstáculo para que en los últimos años, desde el Real Decreto-ley 16/2012, se haya tratado de convencer a la población de que fue entonces cuando se puso en marcha el copago. Nada más falso.  El RDL 16/2012 hizo algo parecido a lo que ejecutó el Gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez entre 1978 y 1980: subir los tipos de aportación. Eso sí, desde 1981, cuando el tipo se fijó en el 40% para los activos no se volvió a tocar hasta 31 años después, en 2012, cuando se subió al 50 y 60% para los de mayor renta y se estableció el copago del 10% con topes para los pensionistas.

A lo largo de mi trayectoria profesional, incluso antes del RDL 16/2012 he defendido la necesidad de modificar el copago existente. El anterior modelo era profundamente injusto y permitía que cualquier pensionista por millonario que fuera no tuviera obligación de abonar nada por sus medicamentos, mientras que un parado con tres hijos y enfermedades crónicas sí. Desde mi punto de vista, el copago de 2012 va en la buena dirección. Es mucho más justo que el anterior. Eso sí, creo (igual que creía anteriormente) que es necesario introducir variables que tengan en cuenta la cronicidad e incluso topes para los pacientes activos. Bien como porcentaje de sus retribuciones, bien como un máximo de aportación anual.

Creo que el copago ha cumplido una función importante de concienciación ciudadana, más que recaudatoria. Una disuasión del uso inadecuado de los medicamentos que, mientras que no se demuestre, se ha realizado sin perjudicar a la salud de los pacientes y ha permitido un ahorro, según el Ministerio de Sanidad, de más de 5.500 millones de euros. El problema, como siempre, es que no se ha evaluado lo que ha pasado. Sanidad tenía la obligación de determinar si el ahorro logrado había sido obtenido a cambio de perjudicar a los pacientes. Quien había decidido reducir el número de medicamentos a tomar (si había sido el paciente o el médico) y cuál era la causa. Y en caso de impacto, conocer en qué cuantía. Pero no, prefirió esconder la cabeza y no afrontar la realidad. Un grave error.

Yo no me creo que haya una cifra mínimamente relevante de pensionistas que hayan podido abandonar su tratamiento por los 8 euros al mes que les costaban. Y para los pocos casos que pudieran existir, considero que se trataría de casos de necesaria atención social. Si no pueden pagar 8 euros de medicamentos, tampoco podrán asumir los gastos de manutención. Por eso, serían casos dramáticos, pero que deberían ser tratados desde la vertiente de los Servicios Sociales y no la Sanidad.

Otros que sí pueden haber sufrido en estos años para pagar sus medicamentos serán los parados y los pacientes crónicos. Pero en estos casos, su situación no se ha agravado por la modificación del copago, sino por la situación económica y laboral por la que atravesaran. Otro caso de servicios sociales, por tanto.

En general, como bien se puede extraer de la Encuesta de Presupuestos Familiares del Instituto Nacional de Estadística (INE), las familias españolas han tenido que asumir un gasto de 30 euros al año por el incremento del copago y la desfinanciación de medicamentos. Seis veces menos que lo que gastan en bares. No creo, por tanto, que la situación sea dramática ni urgente desde el punto de vista general.

Y aquí enlazamos con el siguiente error que se aproxima. Parece ser que la primera o de las primeras medidas que va a tomar el próximo parlamento va a ser derogar, al menos en parte, el RDL 16/2012. Y se va a hacer, de nuevo, sin evaluar, sin analizar lo que ha pasado. Solo con las creencias, los cuchicheos o el caso de la vecina del cuarto. Pero no se va a analizar el impacto que tendría revocar la medida, ni si habría soluciones intermedias como facilitar que los servicios sociales se hagan cargo de aquéllos casos en los que hay un riesgo de abandono de los tratamientos, o una modificación que tuviera en cuenta las situaciones de cronicidad.

Creo que la premura con la que los partidos de izquierdas, principalmente, quieren acabar con el copago va a evitar cualquier tipo de análisis previo. Y eso es otro error. No sé si tan grande o menos que el anterior. Pero el error de 2012 venía obligado por la emergencia económica. Y ahora solo se trata de votos.

Por todo ello, desde esta humilde columna pediría a nuestros representantes que se sientan esta semana en el Congreso de los Diputados y el Senado, que se tomen un tiempo, para analizar qué ha ocurrido, qué consecuencias tendría modificar el copago farmacéutico en función de renta y, sobre todo, si no sería más inteligente profundizar en hacerlo aún más justo contemplando situaciones familiares y personales extra, actualizando más frecuentemente dichas situaciones y reduciendo los plazos máximos de adelanto de fondos por los pensionistas.

Si no se hace de este modo, mucho me temo que tras el error de no evaluar el impacto de la introducción del copago, se cometerá otro más grave al no evaluar las consecuencias de eliminarlo sin antes intentar mitigar sus efectos más indeseables.

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Sergio Marco
Sergio Marco
8 años

Querido José María, cuanta razón tienes. Es importante antes de tomar decisiones tener acceso a toda la información. Y después decidir. Además, tanto en cuestiones sanitarias como educativas, deberían adoptarse consensos. Y gobernar para todos. No solo para el color político que en ese gobierno ocupe la Moncloa. Saludos

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