Terapéutica

Motivos para evitar la demonización de un fármaco como valproato

Las autoridades francesas están inmersas en una investigación sobre el empleo de valproato y su posible asociación con daños congénitos en más de 400 niños en el país entre 2006 y 2014. La agencia francesa del medicamento (ASNM) se afana por dar a conocer a los médicos las nuevas normas para la prescripción del fármaco, cuyo envase y reglas de dispensación se han modificado sin que el 77% de los farmacéuticos hayan sido informados, según un sondeo publicado por el diario Le Figaro.

La neuróloga del Hospital Universitario La Fe de Valencia Patricia Smeyers, Premio SEN Epilepsia, reflexiona sobre la aportación del fármaco en el tratamiento de esta enfermedad y sobre las mejores condiciones para su empleo.

Para esta experta, la precaución en el uso de valproato, como tantos otros medicamentos, comienza antes de la instauración del tratamiento, con un cuidado de la relación médico-paciente que facilite la comunicación de planes de embarazo al neurólogo.

“El riesgo de presentación de malformaciones congénitas severas en la población general oscila entre el 1 y el 3%. Los fármacos antiepilépticos (FAE) pueden incrementar ese riesgo en cierta medida, pero también hay evidencias de que la epilepsia, sin que se conozca exactamente el mecanismo subyacente, incrementa ese porcentaje”, indica Smeyers. Además del riesgo que padecer la enfermedad comporta, una epilepsia mal controlada puede ser un riesgo para la vida del feto y la futura madre.

Por ese motivo, insiste en que una buena comunicación entre médico y paciente es la mejor manera de abordar las potenciales dificultades de un embarazo, en un diálogo con el especialista en el cual se sopesan los riesgos y beneficios de las diferentes opciones farmacoterapéuticas con un margen de tiempo para adoptar una decisión informada. “Hay pacientes –recordaba- en las que el valproato es la única opción eficaz. En estos casos, la consideración de la dosis cobra una relevancia especial”, indica.

Así, según la bibliografía, las dosis inferiores a 700 mg elevan el riesgo de anomalías severas del mencionado 1-3% de la población general a un 5,9%. La dosis de 1000 mg se ha asociado a un 10% del riesgo de afectación fetal severa y las superiores a 1.500 se asocian a un riesgo del 25%, recordaba. “De hecho, se ha observado que la variable politerapia-monoterapia no afecta al porcentaje de forma significativa, mientras que la relación con la dosis está sólidamente establecida”, añade.

Ya que cuando el embarazo se presenta de forma imprevista un cambio en la medicación entraña un riesgo considerable, esta especialista insiste en que el empleo de anticonceptivos en pacientes en edad fértil tratadas con estos medicamentos es una opción a considerar con las pacientes para sopesar de antemano la estrategia que más se ajusta a sus necesidades y preferencias.

“Los neurólogos españoles están muy bien preparados para hacer buen uso del arsenal terapéutico, y una estrecha relación con los pacientes es garantía de que las pacientes estarán bien informadas sobre sus diferentes opciones”, asegura.

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