Gestión

Si el servicio es profesional, se remunera

La mesa redonda ‘Cribados en la farmacia: un nuevo servicio remunerado’ celebrada en la última jornada de Infarma, ha puesto de manifiesto la necesidad de pagar por el valor profesional que aporta la oficina de farmacia con el desarrollo de servicios.

Para considerar un servicio como profesional, debe estar remunerado, según coincidieron los ponentes de la mesa redonda ‘Cribados en la farmacia: un nuevo servicio remunerado’ celebrada en la última jornada de Infarma. De hecho, es “un gravísimo error” que la oficina de farmacia no cobre los servicios de valor añadido que realiza, según Borja García de Bikuña, titular de oficina de farmacia en Bilbao, que expuso el proyecto de la prueba rápida de detección del VIH en el País Vasco. Uno de los problemas, a su parecer, es que no todos los servicios que se realizan en la farmacia pueden considerarse como profesionales.

En el caso concreto de este programa del VIH, el usuario paga 5 euros en la farmacia. Por otro lado, el Departamento de Salud abona 18,69 euros por cada test al Colegio de Farmacéuticos que, a su vez, abona 12,86 euros por test a la farmacia, mientras que el Consejo de Colegios de Euskadi recibe por su parte 5,83 euros. “Sin ánimo reivindicativo”, García de Bikuña subrayó que la remuneración del servicio “es manifiestamente mejorable”. “Tengo la sensación de que cobro por lo que hago, no por lo que sé”, añade.

Para Francisco José Marín Magan, del Colegio de Farmacéuticos de Cádiz, el programa Mapafarma, de detección de la hipertensión, un servicio profesional se define como aquél relacionado con la mejora de la salud, independiente a la dispensación o la venta, que se realiza por indicación profesional y que está remunerado.

El servicio Mapafarma, que ha sido acordado entre la Consejería y los Colegios de Farmacéuticos, lo cobran las farmacias de manera voluntaria y por un importe que decide la propia farmacia. Sin embargo, una encuesta realizada a pacientes que recibieron este servicio reveló que están dispuestos a pagar una media de 41,82 euros.

En cuanto al Programa de detección de cáncer de colon y recto, desarrollado en Cataluña, una vez iniciado, se acordó la concertación del servicio y el pago por parte del Servicio Catalán de Salud a la farmacia de un euro por kit entregado al usuario. Según apunta Mercè Barau, del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, el programa ha sido muy bien acogido tanto por farmacias como por los propios usuarios; sin embargo, ha destacado la falta de recursos por parte de la Administración para acometer el proyecto.

 

Servicio concertado con una mutua privada

En la mesa redonda sobre servicios remunerados también fue presentado otro tipo de modelo de retribución en el que, quien concierta el servicio no es la Administración, sino una entidad privada, en este caso, Mutua General de Catalunya (MGC). Se trata del programa Farmacardio, que detecta el riesgo cardiovascular a 10 años, y que se lleva a cabo en colaboración con el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona.

Tal y como ha explicado Cinta Tomàs, titular de oficina de farmacia de Barcelona y miembro de la junta directiva de la Asociación de Farmacias de Barcelona, el servicio consiste en la realización de una prueba en la farmacia, y se oferta tanto a los mutualistas de MGC, para quienes el servicio es gratuito, como a personas que no lo son, que abonan 58 euros.

A través de la web www.farmacardio.com, el usuario compra el servicio y con un código acude a una de las más de 290 farmacias participantes, que envían al equipo médico los resultados, a partir de los cuales se elabora un plan de salud.

Mutua General de Catalunya paga a la farmacia 18 euros por servicio, según ha indicado Tomás. En su opinión, con una mínima inversión, este programa supone una fuente de ingresos adicionales. Además, demuestra que los farmacéuticos comunitarios pueden ser un apoyo al médico asistencial en la detección del riesgo cardiovascular.
Los resultados del programa justifican la realización del servicio. De 205 personas evaluadas, 14 tenían un riesgo cardiovascular alto o muy alto, de manera que fueron derivadas al especialista; 44 tenían un riesgo moderado; 99 un riesgo bajo y 48 no tenían factores de riesgo.

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