Profesión

El farmacéutico tiene su rol en la prevención y control de la tuberculosis

El CGCOF recuerda que el farmacéutico puede actuar tanto en la promoción de hábitos para prevenir la tuberculosis, como en la optimización de la farmacoterapia, incluida la mejora de la adherencia.

Con motivo del Día Mundial de la Tuberculosis, que se celebra mañana, 24 de marzo, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) ha publicado el Punto Farmacológico 114º, con información actualizada sobre la enfermedad, así como otros aspectos relacionados con el tratamiento, aspectos clínicos o epidemiología de la tuberculosis, de modo que los profesionales de la oficina de farmacia puedan estar bien formados para asumir con las máximas garantías el papel que pueden jugar en la prevención y control, en el seguimiento del tratamiento y curación, así como su labor fundamental en la investigación e innovación en esta materia.

Desde el CGCOF destacan que, además de la información sobre la enfermedad, su detección, la recomendación de las medidas higiénico-sanitarias más adecuadas, la quimioprofilaxis y la terapéutica de la tuberculosis activa, el farmacéutico puede hacer un seguimiento farmacoterapéutico, en coordinación con el médico, el cual puede ser fundamental para la mejora del paciente, ya que el abandono del tratamiento antituberculoso supone una barrera importante para el control de la enfermedad.

Con este seguimiento farmacoterapéutico, explican, se persigue, fundamentalmente, colaborar con el médico, invitando al paciente a cumplir con todas las especificaciones recibidas, tanto desde el punto de vista posológico como de duración del tratamiento; recordar al paciente la importancia de cumplir el calendario prefijado de visitas al médico; aleccionar permanentemente sobre la importancia de cumplir estrictamente el tratamiento prescrito, tanto para garantizar la resolución definitiva de la tuberculosis como para evitar la formación de resistencias, que incidiría en la aparición de fracasos terapéuticas o de recaídas; establecer cuantas medidas se consideren pertinentes para detectar el cumplimiento del tratamiento prescrito; ayudar a detectar y registrar, cuando proceda, la aparición de eventos adversos potencialmente relacionados con el tratamiento (o con la propia enfermedad), y evitar las interacciones de los fármacos antituberculosos con otros medicamentos.

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