Terapéutica

Argumentos adecuados ante los antivacunas y los ‘histerésicos’

La falta de vacunación puede obedecer a diversas motivaciones que pueden no tener que ver con una aversión a las vacunas sino con falta de información o miedos, la histéresis.

A lo largo del año 2018, han sido numerosas las actividades que se han celebrado en torno a la vacunación, en las que se ha debatido largo y tendido sobre la importancia de la vacunación. Prácticamente todas ellas, además de abordarse aspectos estrictamente clínicos, de avances y de patologías, han contado con un espacio para debatir sobre los movimientos antivacunas y los resurgimientos de brotes de enfermedades que hace muy poco se encontraban prácticamente erradicadas. La preocupación de los profesionales, por tanto, también ha venido dirigida a las estrategias que deberían ponerse en marcha, para luchar contra este fenómeno.

En los últimos años las asociaciones científicas han realizado una labor encomiable con el fin de concienciar a la población de la importancia de la vacunación. Además, debe destacarse las intervenciones que se han generado en las diferentes jornadas de debate, donde los expertos y responsables de la administración han realizado una llamada a todos los agentes que pueden intervenir e influir en la población, con el objetivo de evitar que opiniones, artículos polémicos y enunciados sensacionalistas generen confusión, inquietud y desconfianza en la ciudadanía respecto a la seguridad y eficacia de las vacunas.

“Vacunas sí, o vacunas no”

A este respecto, el presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Amós García Rojas, ha publicado, bajo el título '¿De verdad hay debate?', un artículo de opinión en La Voz de Galicia en el que señala que “con inusitada frecuencia” los profesionales sanitarios se ven “en medio de debates del tipo ‘Vacunas si, o vacunas no’”. Y en este sentido, recalca que no se cansa “de repetir que este planteamiento es absolutamente ridículo. Lo que en fondo se está planteando es ‘evidencia y conocimiento científico sí, o no’”.

García Rojas afirma en su artículo que “la respuesta es clara”. Y en este sentido, indica que “los que están planteando dudas sobre la conveniencia de las vacunas, en realidad, están poniendo en cuestión al propio conocimiento científico”.

El presidente de la Asociación de Vacunología añade “que estas dudas florecen en trincheras ajenas a la ciencia y más próximas a las creencias”. Desde esta perspectiva, añade el experto, “resulta curioso observar cómo en plena expansión del siglo XXI en varios países europeos surgen brotes de una enfermedad prevenible, el sarampión, y unido a ello, numerosos cuadros con complicaciones y muertes”.

Según, García Rojas, los factores desencadenantes de este proceso tienen una etiología variada. “Por un lado, los conflictos bélicos, la terrible crisis económica o la existencia de bolsas de marginación han sido elementos clave para que en determinados lugares explotaran de forma masiva los casos de esta enfermedad”. Y unido a este cóctel de necesidades sociales, añade el presidente, “se encuentra la irrupción de sectores reticentes a la vacunación, que afortunadamente tienen poco predicamento en nuestro país”.

Y respecto a este grupo, García Rojas, señala en su artículo que “no debemos considerar a los padres y madres que no quieren vacunar a sus hijos como un grupo homogéneo”. Por un lado estarán aquellos progenitores “que no entienden para qué tienen que vacunarlos frente a enfermedades que ya no se ven”. A estos ciudadanos, según García Rojas hay que “tratarlos con pedagogía”.

Por otro lado, el presidente de la AEV apunta que “lo que resulta sorprendente es encontrarnos con progenitores que en un ejercicio de memez pseudomoderna y supuesta defensa de lo natural frente a lo químico rechazan la vacunación”. Respecto a este colectivo, el vacunólogo, concluye que “convendría recordarles que los virus y bacterias no son el fruto de una disquisición intelectual a la luz de la luna, sino que existen, producen enfermedades, y es de necios no protegerse frente a ellos. Aunque a algunos les parezca poco moderno”.

Histéresis: qué lleva a los antivacunas a pensar de esta forma

Ante el resurgimiento de los movimientos antivacunas, no son pocos los científicos y expertos que aúnan esfuerzos para buscar soluciones y una explicación al porqué en una sociedad avanzada en el siglo XXI y ante la evidencia científica de que las vacunas son fiables, seguras y han demostrado su coste-efectividad, puede producirse este fenómeno desconcertante, y que al día de hoy, como refleja el artículo de opinión del presidente de la AEV, se continúe debatiendo sobre “vacunas sí, o no”.

La revista de la Royal Society, ha publicado el primer estudio de investigación que demuestra que la histéresis puede afectar a la salud pública. El estudio de la Universidad de Dartmouth College en Hanover, New Hampshire (Estados Unidos), y los autores, Xingru Chen y Feng Fu, han puesto nombre al fenómeno que ocurre con las vacunas, y explican el por qué a pesar del resurgimiento de enfermedades prevenibles con la vacunación y la conciencia pública sobre la importancia de la vacuna, es tan difícil aumentar la cobertura de la población.

Feng Fu, ha señalado en un comunicado de prensa que “dados todos los beneficios de las vacunas, ha sido difícil entender por qué las tasas de vacunación permanecen obstinadamente bajas. La historia importa, y ahora sabemos que la histéresis es parte de la respuesta”.

En este sentido, el autor también señaló que “parece ser que en el momento en el que las personas comienzan a cuestionar la seguridad o efectividad de la vacunación, es muy difícil cambiar las asociaciones mentales negativas. "La histéresis es una fuerza poderosa que es difícil de romper a nivel social".

Según la investigación, el bucle de histéresis puede ser causado por preguntas relacionadas con el riesgo y la eficacia de las vacunas. Además, las experiencias o percepciones negativas relacionadas con la vacunación impactan a lo largo del tiempo. Por ello, incluso cuando desaparecen las objeciones negativas, las tasas de vacunación tardan en elevarse de nuevo, muchos años.

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