El Própolis, término que en griego significa defensa de la ciudad, es también conocido como propóleo. El própolis es un producto apícola que las abejas recolectan de las secreciones y resinas. que cubren las yemas de diferentes especies vegetales, ya sea, en el álamo, el castaño, el sauce, el roble o el abedul.
Desde el punto de vista nutritivo, la composición química del Propóleo es bastante compleja. Y, depende de la fuente vegetal de origen. Sin embargo, básicamente se compone de la siguiente forma: entre un 50 y un 55 por ciento de resinas y bálsamos, entre un 30 y un 40 de cera de abejas, entre un 5 y un 10 por ciento de aceites esenciales o volátiles, un 5 por ciento de polen y un 5% de material diverso orgánico y mineral.
Junto a esto se han identificado más de 160 compuestos, de los cuales el 50% son compuestos fenólicos. Los principales fenoles identificados son: flavonoides, flavonas, isoflavonas o flavononas.
Por sus propiedades, el uso de própolis está recomendado en personas afectadas por procesos infecciosos del tracto respiratorio y vías urinarias. Los preparados de Própolis pueden ser utilizados en forma de nebulizados u otras formas galénicas en el tratamiento tópico de afecciones de garganta.
Los estudios realizados apuntan una baja toxicidad del Própolis por vía oral, si bien, es importante advertir y tener precaución entre posibles casos de alergia. Una situación, que por norma general, puede darse en aquellas personas que han mostrado previamente reacción alérgica a la picadura de las abejas.
En cuanto a la dosis, las pautas a la hora de administrar, la bibliografía especializada recomienda lo siguiente en administración oral, no superar los 5 miligramos de Própolis expresados en materia seca por cada kilogramo de peso corporal. Y, en el caso de empleo de uso externo no se imponen limitaciones. Por su parte, los preparados de Própolis pueden utilizarse en niños adaptando la posología según peso y edad.
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Nicolas Gonzalez Casares: