Opinión

Laboratorio farmacéutico público: una mala o una muy mala idea

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma, sobre la propuesta de crear un laboratorio farmacéutico público planteada por Más País y que el PSOE dice no descartar.

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma.

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En las últimas semanas han surgido diversas noticias sobre la posibilidad de que la Administración pudiera crear un laboratorio farmacéutico público. El objetivo sería, por un lado, luchar contra los desabastecimientos y, por otro, investigar para obtener medicamentos a bajo precio.

La iniciativa se encuentra en el programa electoral de Más Madrid, pero también en el de Izquierda Unida, aunque no ha sido replicada en el programa de Unidas Podemos. Y no es nueva. La novedad es que esta vez, en estas elecciones del 10 de noviembre, un partido, además de introducirlo en el programa, ha comprometido la palabra de su candidato a la presidencia del Gobierno. Íñigo Errejón habló de este asunto en un reciente mitin. Y no solo eso, su nuevo partido lo ha presentado como Proposición No de Ley para su debate en la Asamblea de Madrid.

Es decir, que más allá de ser una idea colocada en el programa electoral, de las muchas que se ve que están introducidas para rellenar espacio y ganar algún que otro voto inocente, pero sin ninguna intención de llevarla a cabo por lo irreal que es su planteamiento, resulta que sí, que sí consideran necesaria su puesta en marcha.

Pero lo que más me ha asombrado es que el PSOE pueda estar pensando que una iniciativa de este estilo puede resultar beneficiosa para el sistema y, por tanto, “no descarta” ponerla en marcha en algún momento. El PSOE es el partido del Gobierno, y eso son palabras mayores.

Desabastecimientos y precios

Vayamos por partes en el análisis de la medida. Lo que se dice es que, por un lado, va a luchar contra los desabastecimientos y que, por otro, se busca investigar y bajar los precios de los medicamentos.

En lo que se refiere a los desabastecimientos, es necesario señalar que, en muchos casos, se deben a la necesidad de deslocalizar la producción a causa de la reducción excesiva de los precios a la que se obliga, por parte de la Administración, a la industria farmacéutica. A este respecto, me pregunto: ¿No sería más fácil, en vez de crear una empresa farmacéutica pública, con una incertidumbre tan grande, dejar de apretar los precios a unos medicamentos maduros que en su gran mayoría ya están por debajo de los 3 euros?

La verdad es que no parece muy lógico crear un laboratorio que venga a tratar de hacer lo que varias decenas de empresas privadas no pueden por causas de rentabilidad económica en un mercado global. Estratégicamente creo que sería más interesante dejar de apretar los precios de los medicamentos esenciales, incluyendo vacunas, que ya están en niveles que casi dan vergüenza, especialmente cuando se compara con el coste de diversos productos banales de uso común.

¿Medicamentos innovadores?

La otra opción de la farmacéutica pública es que se dedique a producir medicamentos innovadores. Y aquí también habría dos opciones. Una de ellas sería que investigara nuevos medicamentos para ponerlos en el mercado. En caso de ser así, aunque dudo de su éxito, sería interesante ya que hay muchas patologías que no tienen cura y que están esperando a que alguien se fije en ellos. Me refiero principalmente a los miles de enfermedades raras que no tienen tratamiento eficaz, aunque también podría servir para diseñar medicamentos me too para enfermedades muy prevalentes. Eso sí, habrá que ver si es posible que una administración pública asuma la inversión necesaria y el riesgo que supone la investigación de un nuevo medicamento ya que, por supuesto, debería cumplir con las mismas reglas y las mismas garantías que se piden a los medicamentos procedentes de laboratorios privados.

La otra opción es que se dedique el laboratorio farmacéutico público a sintetizar versiones copia de medicamentos con protección de patente tras la emisión de licencias obligatorias. Y esto es lo que más me preocupa ya que no sería descartable esta opción al partir la idea de partidos próximos al ideario comunista.

Tener este objetivo es el único que, aunque no deseable desde mi punto de vista, haría plausible que desde el ámbito público alguien se quisiera lanzar a la tarea de fabricar medicamentos. Esta es la única posibilidad que me sale si metemos en una coctelera los elementos que manejan quienes proponen esta solución: la crítica a los precios de los medicamentos, a sus patentes y la búsqueda de sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud, tal y como se vio en el debate de la Asamblea de Madrid del pasado jueves. De este modo, nos puede salir un brebaje que un país desarrollado y en la Unión Europea como el nuestro no debería poderse permitir. Además, creo que sería un movimiento a muy corto plazo del cual nos arrepentiríamos rápidamente ya que la innovación dejaría de llegar a nuestro país.

Las patentes, positivas

Desde mi punto de vista, las críticas que de forma cada vez más creciente se hace a las patentes de medicamentos están totalmente desencaminadas. Si no fuera por la protección que otorgan las patentes y el respeto que en los países industrializados se da a las mismas de forma general, no se investigaría en nuevos medicamentos. Habría sido totalmente imposible investigar y desarrollar los medicamentos que han permitido cronificar el VIH, curar muchos tipos de cáncer, mejorar la calidad de vida en enfermedades graves o aproximar la erradicación de la hepatitis C.

Por otro lado, y en lo que se refiere a los precios y al gasto en medicamentos, cabe recordar que desde hace ya muchos años se habla del riesgo para la sostenibilidad de la factura de medicamentos. Pero también es cierto que en estos años se han incorporado medicamentos muy relevantes, con precios elevados, aunque destinados a un número pequeño de pacientes y el resultado es que actualmente la factura de medicamentos en oficina de farmacia y hospital y muy similar a la que había hace diez años.

Por todo ello, y teniendo en cuenta las nuevas políticas de gestión de la innovación, con acuerdos de riesgo compartido, techos de gasto o pagos por resultados, puestas en marcha por el Ministerio de Sanidad, creo que no es ni necesario ni deseable que nuestro país se embarque en la aventura de un laboratorio farmacéutico público.


José María López Alemany es director de Diariofarma.

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