Profesión

Farmacéuticos más clínicos y apoyados en la tecnología, lo que hay que copiar de EEUU

La jornada Post Midyear ha analizado distintos aspectos como la formulación de alianzas, el uso y organización de recursos o la aplicación de la tecnología para mejorar el trabajo de los farmacéuticos.
Javier García Pellicer, moderador y coordinador científico de la jornada, Ana Lozano y Miguel Ángel Calleja

La jornada Post Midyear, organizada por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), en la que han tratado de trasladar a los farmacéuticos que no pudieron asistir al último congreso de la Sociedad Americana de Farmacéuticos del Sistema de Salud (ASHP) las claves más relevantes del mismo, ha analizado distintos aspectos como la formulación de alianzas, el uso y organización de recursos o la aplicación de la tecnología para mejorar el trabajo de los farmacéuticos.

En la primera de las mesas de la jornada, el expresidente de la SEFH, Miguel Ángel Calleja, y la exvicepresidenta Ana Lozano, han analizado las claves del congreso de la ASHP en relación con las alianzas estratégicas y la política sanitaria.

La exvicepresidenta ha expuesto que todos los hospitales americanos disponen de historia clínica electrónica, lo que supone una ventaja para el farmacéutico. De este modo, se permite la autovalidación de medicamentos, el soporte de la decisión clínica o alertas en medicamentos personalizados. De este modo, se incrementa la seguridad sobre el paciente.

Al respecto de la autovalidación, Lozano ha explicado que es una herramienta que tienen puesta en marcha en su hospital, el Central de Asturias (HUCA), y permite que mediante algoritmos se analicen la medicación prescrita y se valide automáticamente toda aquella que se encuentra dentro de los límites en función de las características del paciente, las dosis y los tratamientos concomitantes. De este modo, solo se realiza la revisión por parte de un farmacéutico si hay algún elemento fuera de esos parámetros establecidos.

Lozano también ha explicado que, en Estados Unidos, el 89% de los hospitales permiten a los farmacéuticos modificar o iniciar protocolos en su mayoría e, incluso una minoría, puede prescribir. Para realizar todas estas acciones y otras, la exvicepresidenta señaló la necesidad del registro de la actividad y explicó que en EEUU la mayor parte de los hospitales recogen a través de la farmacia hospitalaria datos sobre frecuencia y tipo de intervención, tiempo de la intervención y ahorros. Además, también se registran otros aspectos como resultados, ratios de readmisión, satisfacción del paciente, etc. A este respecto, señaló que el 100% de hospitales de más de 100 camas disponen de dispositivos móviles para que los farmacéuticos puedan documentar sus intervenciones estén donde estén.

Por su parte, Calleja centró su intervención en el análisis del Forecast ASHP, un estudio en el que se han analizado diferentes aspectos del trabajo de los farmacéuticos, así como su visión sobre la organización sanitaria.

Entre las cuestiones más interesantes que planteó fue la necesidad de profundizar en el uso de la tecnología, como la historia clínica electrónica, la necesidad de incorporar resultados reportados por los pacientes utilizando cuestionarios validado o la necesidad de hacer más eficiente el sistema sanitario.

Funciones emergentes y funciones exclusivas

Una de las conclusiones alcanzadas respecto a la actividad farmacéutica es que se ha detectado que los farmacéuticos más jóvenes están más interesados por la atención clínica que por otras cuestiones propias y exclusivas de los farmacéuticos como la preparación de medicación estéril. Ante esta situación, al igual que ante la falta de interés por la logística, se señaló la necesidad de potenciar estas actividades básicas de un servicio de farmacia.

Relacionado con esto, durante el debate se analizó la participación de los farmacéuticos en los equipos clínicos. Lozano fue tajante en este asunto: “Un farmacéutico en un equipo clínico tiene que hacer de farmacéutico, no de médico”. Según ella, lo necesario es “aportar lo que los médicos no tienen” y por ese motivo, se tiene que estar formado en lo propio de un farmacéutico, “en cómo proveer el medicamento, la selección y evaluación del medicamento, etc. Si no, no vamos a aportar y el equipo clínico no lo va a querer”.

Otro aspecto en el que se comparó la diferencia entre Estados Unidos y España fue la cantidad de farmacéuticos en los servicios de farmacia hospitalaria. Mientras que en los hospitales americanos, de media, hay 17 farmacéuticos por cada 100 camas, en España no se llega a las 6. Esta diferencia, según se señaló, se puede deber a que un farmacéutico americano cobra menos que un médico, pero también a la diferente provisión de personal, ya que allí son los servicios los que contratan y aquí es el centro en su conjunto.

A pesar de esta situación, Calleja se mostró optimista y explicó que hay que poner en valor lo que un farmacéutico puede aportar en un equipo clínico y, por ese motivo, hacer ver a los servicios que necesitan un farmacéutico. Por ello, se mostró convencido de que llegará “a ver un farmacéutico en cada servicio”.

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