Política

La jornada post-ISPOR analiza las tendencias en la evaluación económica

Diariofarma y el Capítulo español de ISPOR reúnen a 200 profesionales para abordar el análisis de resultados en salud.

Unos 200 profesionales de compañías farmacéuticas, gestores sanitarios, médicos y farmacéuticos especialistas asistieron el pasado 7 de febrero a la jornada Post ISPOR ‘La evolución del valor en la asistencia sanitaria’, celebrada en Madrid y organizada por Diariofarma y el Capítulo español de la International Society For Pharmacoeconomics and Outcomes Research (ISPOR) con el objetivo de traer a nuestro país las claves de los debates de interés que tuvieron lugar en la última reunión anual de esta Sociedad celebrada en noviembre de 2017 en Glasgow (Escocia).

España ya no mira a Europa a la hora de fijar los precios de medicamentos

 

El evento se abrió con una mesa redonda para abordar las posibilidades de fijación de precios por ‘combos’ y por indicación como una nueva aproximación para facilitar el acceso a los medicamentos innovadores. Las ponentes participantes, Caridad Pontes, gerente de Armonización Farmacoterapéutica del Servicio Catalán de Salud (CatSalut), y María José Calvo, subdirectora general de Farmacia del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), coincidieron en la necesidad de disponer de registros y de una sistematización de la información para conocer los resultados en salud de las novedades terapéuticas y estudiar los costes.

María José Calvo, Caridad Pontes y Natividad Calvente

Para Pontes, la eficacia comparada es lo que guía la evaluación, que debe tener en cuenta la gravedad de la enfermedad, la necesidad médica y la percepción de beneficio del paciente. En su opinión, hay que analizar “qué aporta el producto, y no tanto cuánto vale, porque si no, nos complicará el ordenar las prioridades en salud”, afirmó.

Al parecer de Calvo, la introducción de nuevas indicaciones, sobre todo en medicamentos oncológicos, obliga a ahondar en nuevos sistemas la financiación y fijación de precios, con una dinámica distinta a la que se han venido desarrollando hasta ahora. Tal y como planteó la moderadora de la mesa, Natividad Calvente, vicepresidenta del Capítulo Español de ISPOR, es necesario buscar soluciones para que el precio vaya acorde al valor del fármaco. En este sentido, Calvo considera que, efectivamente, hay que tener en cuenta el valor que aporta cada medicamento para poder pagarlo y dar a la población lo que necesita; sin embargo, la realidad es que el valor se encuentra en el plano de lo teórico y se desconoce cómo funciona en la práctica clínica.

Caridad Pontes y la moderadora, Natividad Calvente

Compartiendo el parecer de la subdirectora de Farmacia del Sermas, Pontes cree que actualmente se paga a la industria farmacéutica el retorno de su inversión, más que el beneficio que aportan las innovaciones. En su opinión, habría que cambiar el foco hacia cuánto está dispuesta la sociedad a pagar por los resultados en salud obtenidos, es decir, el presupuesto disponible, pero para ello es necesario cambiar la manera de hacer las evaluaciones. Además, Calvo señaló que el precio fijado en los medicamentos está “en relación al valor máximo que se espera obtener”, algo en lo que coincidió Pontes, que apuntó que “a lo mejor lo que hay que hacer es bajar el precio a los medicamentos que no tengan un mejor resultado. No hay que pagar progresivamente más dinero por tener más alternativas”.

Tanto Calvo como Pontes destacaron como posibles mecanismos el techo de gasto o el pago por resultados, en los que ya se tiene experiencia en España. Según coincidieron, el coste de tratamiento de una enfermedad no tiene por qué hacerse más gravoso para el Sistema por el hecho de que se utilicen medicamentos más modernos. “Por añadir más tratamientos no podemos asumir que haya que incrementar los recursos que necesita una enfermedad, es un sistema de crecimiento ilimitado que podría poner en problemas la sostenibilidad” explicó Pontes.

La mesa se cerró con una serie de deseos para el futuro. Las representantes autonómicas se marcaron como reto avanzar en registros y sistemas de información, así como estudiar los costes por proceso y vincularlo a los resultados y, en relación a la industria reclamaron “hacer propuestas innovadoras” que den respuesta a los retos y “ofrezcan soluciones que hagan sostenible el sistema”. En este sentido, señalaron que la industria es “particularmente creativa y tiene las herramientas” para hacerlo posible.

El reto ante los nuevos medicamentos para el cáncer

El nuevo paradigma que suponen los tratamientos contra el cáncer centró otra de las mesas de debate, que se inició poniendo en evidencia la dificultad para definir qué es innovación, según afirmaron sus dos participantes, César Hernández, jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Española de Medicamentos (Aemps) y Jorge Mestre, economista de la salud. En relación a este aspecto, Hernández explicó que sería interesante alguna herramienta que permitiera confirmar “de forma inequívoca” que algo es innovación, aunque para decidir, “la regulación no puede depender solo de ello ya que se puede valorar cosas diferentes en función de lo que necesita la administración”.

Jorge Mestre, Lluis Bohigas, moderador de la mesa, y César Hernández

También se abordó la necesidad de disponer de mayor evidencia que facilite la toma de decisiones. Para Mestre, la forma de medir los resultados en este punto es fundamental. “Tenemos que saber qué hacer luego con ellos y, si queremos pagar en función de los resultados, estos tienen que reflejar la práctica clínica”, apuntó. No obstante, señaló que en nuestro país el eje no es el “pago por resultados sino el impacto económico”, algo que este experto vinculó al hecho de reducir directamente el precio del medicamento según se añaden nuevas indicaciones a un medicamento.

En cualquier caso, uno de los principales retos de futuro será el manejo de la incertidumbre y, por tanto, abordar soluciones que permitan reducirla, si es posible, antes de la autorización, explicó el representante de la Aemps. En relación a herramientas que se pueden utilizar para reducir esta incertidumbre, Hernández explicó que una de ellas es la autorización condicional, que eso sí, debe ser “condicional en todo el proceso, incluyendo la fijación de precios, y debe servir para incrementar la evidencia”, al tiempo que la situación de condicionalidad es conocida por todos los agentes involucrados en el manejo del medicamento.

El big data

Una de las conferencias estuvo dedicada al Real World Evidence (RWE), es decir, la recopilación de datos de pacientes analizados con el fin de proporcionar conocimiento sobre la forma en que son diagnosticados y tratados en condiciones de práctica clínica habitual, según expreso Pablo Rebollo, principal Health Economics and Outcomes Research de IQVIA, que destacó la dificultad de acceder a las bases de datos existentes y sus limitaciones.

Pablo Rebollo y Cristina Espinosa, secretaria del Capítulo Español de ISPOR, moderadora de la mesa.

Disponer de gran cantidad de información de pacientes supone una importante revolución en el sector de la salud, que ayuda a la toma decisiones. Sin embargo, para utilizar todo su potenciar, ve fundamental el acceso adecuado a estos datos, saber organizarlos, analizarlos con métodos adecuados y ser capaces interpretarlos para poder utilizarlos de manera óptima. En este sentido, consideró oportuno avanzar en una nuevo tipo de datos que incorporen los de la vida real con la veracidad que aporta el Big Data. Rebollo habló de Real World Big Data como el ámbito hacia el que avanzar.

Rebollo destacó entre las barreras en el uso de los datos de salud informatizados la privacidad de los mismos, pero también éticas, técnicas y culturales. Sin embargo, afirmó que hay estudios que indican que los ciudadanos están dispuestos a compartir sus datos sobre salud, siempre que estén anonimizados y sean utilizados para fines de investigación.

Los QALY siguen vivos

Los años de vida ajustados por calidad (QALY, por sus siglas en inglés) continúan siendo una herramienta por la que apostar en la evaluación farmacoeconómica de los fármacos, según coincidieron en señalar Antoni Gilabert, director del Área de Farmacia y del Medicamento del Consorcio Catalán de Salud, y Álvaro Hidalgo, ‎profesor titular y director del Seminario de Investigación en Economía y Salud de la ‎Universidad de Castilla-La Mancha.

Para Gilabert, se trata de una metodología útil para la toma de decisiones, con una vertiente más clínica que económica, que está estandarizada y permite la evaluación del coste-resultado. Considera que hay reparos a la hora de utilizarla, dado que pone en evidencia la existencia del problema; sin embargo, “cuando la pones en marcha, te lleva al debate, la transparencia y la priorización”, apunta.

Antoni Gilabert, José María López, director de Diariofarma y moderador de la mesa y Álvaro Hidalgo

Hidalgo también opina que este método aporta transparencia, aparte de que incorpora la percepción del paciente, y otra ventaja es que es un instrumento de comparabilidad entre medicamentos y distintas enfermedades. La tendencia es ir hacia una metodología que clasifica las innovaciones con criterios más transparentes y objetivos, lo que contribuye a las decisiones sobre financiación. Como limitaciones, destacó que no incorpora todo lo relacionado con el valor del medicamento ni aspectos que vayan más allá de la calidad de vida, como la vía de administración. Más allá, Gilabert apuntó que hay falta de formación en el ámbito decisorio para asumir el uso de esta técnica de forma ordinaria.

En relación a la necesidad de una evaluación más holística de las innovaciones, surgió en el debate el análisis de decisión multicriterio (MCDA), que aporta elementos como la subjetividad del paciente. También para Gilabert, este método, que está siendo probado por el CatSalut, supone una alternativa, porque incorpora aspectos que la evaluación tradicional no tiene en cuenta, aunque no permite la toma de decisiones a nivel macro. Para este experto, lo más importante del proyecto piloto que han puesto en marcha en el CatSalut para la introducción del MCDA “ha sido más importante el camino que el destino” por los acuerdos y cambios de mentalidad que han tenido que asumir para poner en marcha el proyecto.

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